Las cosas pasan por algo? Esa es la pregunta,
más mi respuesta sería, las cosas pasan para algo. Tan claro tengo las palabras
de una persona muy allegada a la familia, que cuando paso una ¨desgracia ¨ que
muchas veces lo consideramos así, replicó ¨algo bueno saldrá de esto¨ , pues
bien ahora tiene dos fortachones , grandes, saludables, e inteligentes nietos!!....
Muchos de nosotros hemos escuchado o creemos que las cosas pasan
siempre por algo, pero a la hora de entender y sacar el aprendizaje nos
atascamos y nos cuesta sacar la conclusión del porqué paso tal o cual cosa, y
maldecimos por el suceso y peor aún nos sentimos más de una vez culpables. Todo
lo que sucede tiene una razón y un porque, y nada pasa por que sí, porque los
cambios que en la vida suceden nunca se encaminan por un rumbo negativo ni
malo, ya que algún día tendrían que cambiar las cosas y siempre van a ser para
mejor, por mucho que lo dudes o te arrepientas al principio, pero estas
cosas malas hacen que en un futuro aprendas y evoluciones como persona y sobre
todo que puedas mirar hacia atrás y decir “este cambio me ha ayudado a mejorar
como persona y a darme cuenta de muchas cosas”.
¿Por qué pasan las cosas?
Antiguas
y sabias culturas de Oriente y Occidente enseñaban que la casualidad no existe
y que por el contrario, todo lo que sucede está regido por una Ley inmutable,
una Ley de Acción y Reacción o de Causa y Efecto, conocida en India como
«Karma». Es esta una ley de justicia universal, por la cual cada acto en
pensamiento, sentimiento u obra, tiene un efecto para su ejecutor, con la misma
intensidad e intención con la que fue creada.
La
palabra «Karma» significa tanto acción como reacción porque ambas van
íntimamente unidas. Las reacciones son los efectos lógicos unidos
inevitablemente a nuestros actos.
¿Cómo
actúa el karma?
Podemos
entenderla mejor al verla actuar en el plano físico: Cuando se siembran
semillas de tomates, se esperan, al cabo de unos meses, frutos de tomate;
cuando se siembran semillas de maíz, se espera recoger mazorcas de maíz. «Lo
que se siembra, se cosecha». Esto que vemos y aceptamos como ley en el mundo
físico, se manifiesta también en dimensiones más sutiles, como la mental,
psicológica y espiritual. La vida tiene definitivamente leyes invisibles y
certeras. Karma es una de ellas.
En
la Física se sabe que a toda fuerza se le opone una reacción de igual fuerza y
sentido contrario. Cuando doblamos una rama inconscientemente ésta nos golpea
con la misma intensidad con la que la doblamos. Así, por ejemplo, cuando se
exterminan los bosques y las diversas especies y se altera la atmósfera con la
contaminación, el cambio climático es un efecto inevitable. Además, este cambio
en el clima provocará inundaciones, tormentas impetuosas, olas de calor y frío
desmedidos, pues es ley que todo efecto es a su vez una nueva situación creada,
un nueva acción que nos lleva a nuevos efectos secundarios.
En
la dimensión emocional, cuando odiamos o amamos a alguien, nuestra capacidad de
sentimiento se amplía o se contrae; sembramos las circunstancias para ser
amados u odiados.
Esta
Ley del Karma está íntimamente relacionada con otra Ley metafísica, conocida
como Dharma o Ley de Armonía Universal. Si nuestros actos no han sido armónicos
(buenos, justos, equilibrados), Karma nos enseña, a través del dolor, que hay
algo por corregir.
Según
esta Ley nuestras acciones y sus efectos van construyendo un rumbo de vida que
nosotros mismos decidimos. El Karma tan sólo nos da, en prueba de justicia
cósmica, lo que nos merecemos. Por lo tanto, no es un castigo, sino una
posibilidad de aprender en qué nos equivocamos y qué acciones nuevas serían las
armónicas, interpretando correctamente lo que nos acontece.
Quien
pierde un trabajo, y se hunde en lamentos y en una actitud pesimista, en lugar
de salir a buscarlo todas las horas útiles del día, define la dirección de su
destino. Quien cree en su propio destino y lo persigue, tarde o temprano lo
conquista a través de su esfuerzo, es decir, de sus actos. El bien no es más,
entonces, que un suma de actos de bien, y nuestro mal no es otra cosa que la
oscuridad momentánea de quien no halla su propio rumbo.
«Toda
causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la
Ley; la suerte o azar no es más que el nombre que se le da a la ley no
reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley»
(Kybalion – sabiduría egipcia)
«Todo
hombre recoge las consecuencias de sus propias acciones». ( Acropoli.org )
Y
tú crees en el karma_ ? o es un simple suceso de justificar las cosas para
bien, siempre tendremos la oportunidad de cambiar las cosas, así existan
hechos, recordemos que muchos jueces con evidencias dejan libres a los
supuestos..... Entonces ; para que paso!. RC.