jueves, 23 de marzo de 2017

EL AMOR UNA LOCURA!

“La locura del amor es la bendición más grande de los cielos”, decía Platón. Pero ¿qué tan “locos” somos capaces de volvernos por una simple mirada, una caricia, una presencia demandada con cada latido del corazón? Los románticos han hecho costumbre declararse perdidos o enloquecidos de pasión por sus príncipes y doncellas, no obstante, la ciencia ha demostrado que lo que muchos tildan de “cursilería” es más bien un asunto de hormonas y cambios bioquímicos en el cerebro, y que la frase: “Estoy loco por ti” no es un cliché rebuscado a falta de imaginación, sino una confesión franca y breve de los efectos secundarios que el amor causa en nosotros. “Cuando el amor no es una locura, no es amor” Calderón de la Barca Efectos secundarios del amor en el cerebro (siempre y cuando sea amor) Una mayor propensión a los celos, la paranoia y la sospecha Jennifer Bartz, psicóloga de la Escuela de Medicina de Mount Sinai (New York City) explica que la hormona oxitocina, vinculada con el amor y el deseo, también puede generar efectos adversos en el cerebro de una persona enamorada. El “lado oscuro” de la oxitocina se manifiesta en una mayor propensión a la posesividad, así como una conducta “suspicaz, poco colaborativa y maś hostil que nunca”. Desde luego, estos efectos varían de una persona a otra y tienen mayor impacto en quienes han sido diagnosticados con trastorno límite de la personal o bipolaridad. Una tendencia a los pensamientos repetitivos similar a la que ocurre en el Trastorno Obsesivo Compulsivo El amor, para bien o para mal, nos hace querer estar junto al ser amado en todo momento, fantasear con escenarios románticos reales o ficticios y enfocarnos en las necesidades del otro relegando prioridades “menos importantes” a segundo y tercer plano. La obsesión que desarrollamos en torno a la relación guarda semejanza con la obsesión que una persona diagnosticada con TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) desarrolla alrededor de una tarea o pensamiento concreto, como asegurarse de haber cerrado todas las ventanas antes de salir de la casa o lavarse las manos una y otra vez para liquidar los gérmenes. En otras palabras, el enamorarnos ejerce en nosotros un efecto de “atención unilateral” dirigida hacia un mismo objeto, o en este caso, persona. De este modo lo explica el investigador Henk van Steenbergen de la Universidad de Maryland: “Cuando acabas de iniciar una relación romántica, probablemente encuentres difícil enfocarte en otras cosas porque inviertes gran parte de tus recursos cognitivos pensando en quien amas. Para los amores duraderos que se consolidan en relaciones a largo plazo, en cambio, es crucial que las personas aprendan a manejar apropiadamente su cognición”. Una percepción alterada de la realidad Ver a la persona amada como el ser más maravilloso del universo es parte de las transformaciones bioquímicas que ocurren a nivel cerebral. Desde luego, el afecto siempre hace que dirijamos nuestra atención hacia las cualidades positivas de otro individuo (ya sea la pareja, un padre o un amigo), sin embargo, lo que ocurre durante el enamoramiento es una sobreestimación o exageración de las virtudes del ser amado a cambio de una minimización de sus defectos. Vale decir, para variar, que “el amor es ciego y la locura lo acompaña”. Un súbito complejo de “Súper Hombre” que nos hace más propensos a correr riesgos poco racionales Un estudio publicado en 2013 en el Journal of Risk Research, diario científico especializado en el estudio del comportamiento humano durante la toma de riesgos, señala que los hombres son capaces de aventurarse de formas impensadas con tal de obtener una oportunidad con una mujer. Los encargados de la investigación, Tobias Greitemeyer, Andreas Kastenmüller y Peter Fischer, se refieren a este complejo de “Súper Hombre” acontecido durante el enamoramiento como una herencia evolutiva de nuestros ancestros, ya que en el pasado era un requisito correr riesgos para asegurarse un refugio, comida y parejas sexuales. Aquellos hombres que destacaban contundentemente sobre los otros se veían más beneficiados y tenían mayores probabilidades de sobrevivir que quieres no se arriesgaban lo suficiente. Moraleja: el amor, después de todo, no ha cambiado mucho www.elartedesabervivir.com